Un refugio para los desprotegidos.

¿Sabías que en la sociedad medieval valenciana, la justicia y la equidad eran principios que se esforzaban por mantenerse en el corazón de la Corte? Durante el reinado de Jaime I se buscó un ideal de igualdad ante la ley que, aunque aspiracional, era un pilar en la concepción de la justicia de la época. Todos, desde los más humildes hasta los más poderosos, debían ser escuchados y sus derechos preservados sin falta.

La Corte, como centro neurálgico del poder judicial y legislativo, tenía la responsabilidad de ser un refugio para los desfavorecidos: los pobres, las viudas, los ancianos y los débiles. Estos grupos, vulnerables a las adversidades de la vida y a menudo marginados, eran reconocidos en los fueros como merecedores de una consideración especial. La misericordia no era solo una virtud, sino un mandato legal que buscaba proteger a aquellos que la fortuna había dejado atrás.

Este principio de equidad se extendía a la distribución de recompensas, insistiendo en que no debería haber distinción entre las personas. La riqueza o el estatus social no debían influir en el trato que uno recibía de la corte. En teoría, la justicia era ciega a las diferencias de clase, y la corte estaba obligada a escuchar tanto al pequeño como al grande, al pobre como al rico.

Se buscaba una sociedad donde la justicia no fuera solo para los privilegiados, sino accesible para todos.  Los fueros eran un llamamiento a la corte y a aquellos en posiciones de poder para actuar con rectitud y compasión, asegurando que incluso en tiempos de adversidad, la dignidad y los derechos de cada individuo fueran sostenidos.

Pero a pesar de que las leyes y los ideales buscaban una equidad universal, la realidad de la época a menudo presentaba desafíos significativos para su implementación. La corrupción, el favoritismo y la influencia del poder podían distorsionar la aplicación de la justicia, dejando a los más vulnerables en una posición precaria.

Sin embargo, la existencia de tales fueros y la insistencia en la igualdad ante la ley sugieren que había un esfuerzo consciente por parte de algunos sectores de la sociedad para corregir estas injusticias. Los tribunales se esforzaban por ser espacios donde la voz del pobre podía ser escuchada con la misma atención que la del rico, y donde la viuda y el huérfano encontraban defensores en lugar de opresores.

Los ideales de misericordia y equidad también se reflejaban en las obras de caridad y las instituciones religiosas de la época, que proporcionaban asistencia y consuelo a aquellos que la sociedad había dejado atrás. Monasterios, conventos y órdenes religiosas a menudo actuaban como protectores de los desamparados, ofreciendo refugio, alimento y cuidado médico.

En última instancia, la visión de una corte justa y equitativa era tanto un ideal a alcanzar como una realidad imperfecta. A través de la lucha por la justicia y la equidad, la sociedad medieval valenciana  nos dejó un legado de aspiraciones que aún resuenan en nuestros sistemas legales modernos. La búsqueda de una sociedad donde todos sean iguales ante la ley sigue siendo un objetivo fundamental en la actualidad.

Santiago Soler Seguí

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